Breve historia de un matrimonio loco

Cuando uno decide expatriarse, tiene que pensar en TODO : en los libros que adornarán los nuevos estantes de a nueva casa … en las consultas médicas y sus precios exhorbitantes que uno no podrá cancelar en el país más liberal del mundo … en aquellos “adiós” y “hasta la próxima” que uno tiene que deja volar … en los kilos de chocolate que ocuparán la mitad de los equipajes … en la visa …
Cuando uno decide expatriarse, tiene que pensar en TODO y sobretodo en la visa : ese documento chiquitito que transforma a cualquier nombre en número, esa estampilla que decora las páginas casi llenas del pasaporte, ese papelillo que quise tener durante más de un año y que aún no tengo …
Los 90 días de residencia autorizados por la visa turística se están acabando. Dentro de unos cuantos días más daré un salto hacia la ilegalidad. “¡ Rápido Céline ! Piénsalo bien pero rápido por Dios : no tienes pega ; tu cuenta bancaria está aun más vacía que un completo sin palta ; no eres ni jubilada, ni estudiante, ni monja y aún menos inversora ; tampoco tienes hijos chilenos y lo peor de todo es que si cruzas una vez más la frontera tomas el riesgo de quedarte bloqueada en el no man’s land que separa Chile de Argentina. ¡ Y ahí mijita, no tendrás nada más que tus ojos para llorar, tu mochila para protegerte de los jotes y la nieve para ahogar tus penas !” Después de esta reflexión bastante optimista, sólo me quedaba una opción para quedarme en Chile : ¡ el matrimonio !

Una chispa de amor prohibido, una pizca de necesidad, algo de locura, un amigo excepcional y después de una noche de divagaciones, S., mi compañero de casa, me mira a los ojos y de la manera más romántica pragmática me dice : “Bueno, si no hay otra solución posible, ¡ casémonos !”

Listo, 15 días después, nos jurábamos amor hasta que la muerte nos separe …

Desde hace unos cuantos días tengo un anillo más (y accesoriamente un esposo). Lo sé, se supone que uno avisa de su matrimonio antes de la ceremonia pero con S. no nos gustan mucho las normas : nos fuimos de “luna de miel” ante-matrimonial para descubrir la Patagonia a dedo, bus y pata (en pleno invierno, bajo carpa y sin ningún peso, obviamente) … sólo invitamos a nuestros testigos y a una amiga-fotógrafa para la ceremonia … celebramos el matrimonio con un enorme desayuno intercontinental y una siesta (¡ es que las 9:00 de la mañana era muy temprano para casarse !) … fuimos al Registro Civil disfrazados de pingüino y princesa en micro … me cagué de la risa cuando la juez anunció de una voz surgida de la Edad Media que uno se casa para “procrear” … le pedí a una amiga coserme una falda a última hora y me dormí cuando tenía que ir a buscarla …

¡ Al igual que nuestras vidas, nuestros matrimonios estuvo perfectamente imperfecto !

Ahora, hablemos de algo serio : los documentos … Desde el 12 de junio tengo un anillo lindo, un esposo bacán, una libreta de matrimonio nueva pero … sigo sin tener visa …

Para los que no lo saben, la burocracia chilena es una joya de arquitectura liberentisia, una hermosa pelota de nudos inútilmente fastidiosa : una carta firmada ante notario de mi esposo que jura satisfacer a mis necesidades económicas (¿ de verás la administración chilena piensa que YO, Céline, feminista francesa acepte que algún día un hombre me mantenga ? ¡ Por favor, tengo autoestima y me respeto demasiado para ello ! Y además mi esposo es pobre así que hasta ahí llegó el tema) … un jefe a quien se le olvidó pagar las cotizaciones de su empleado … extractos de actas de nacimiento … fotos … copias … fotocopias … originales … secretarias tan amables como mis calcetines sucios … y Gladys, la jefa de la oficina de migración que se acuerda muy de mi, de mis preguntas raras, de mis problemas de trámites y de mi pasaporte sin visa …
¡ A pesar de todo ello, no pierdo el ánimo y sé que algún día tendré un RUT chileno !

Estoy hablando de mi matrimonio, de mis ganas de quedarme pero, muchos me han preguntado ¿ porqué Chile y sobretodo porqué Muerto Montt ? Es cierto, ¿no?, el mundo es gigante me quedan miles de paisajes asombrosos por descubrir … miles de comidas por las cuales vender mi alma … millones de almas de las cuales enamorarme y aún más culturas que amar … Pero, es en Puerto Montt que mis mochilas decidieron enraizarse …
Puerto Montt … Km 0 de la Carretera Austral … una costanera donde las toninas bailan con los pingüinos … el Calbuco, el Osorno y todos esas cimas nevadas que me hacen soñar … el viento que llega del sur más austral del mundo … una gente amorosa y solidaria … una estufa que calienta mi alma cuando me pongo a leer a Borges o Benedetti … una batería que mis amigos instalaron en la sala sin avisar … unos carretes improvisados … unos conciertos privados en mi cocina … unas clases de música dictadas por Gato de Cumbia e tu madre …

A lo mejor Ustedes pensarán que son nada más que detalles insignificantes, que podría vivir cosas más exóticas en otros países, que podría conocer a personas tan bacanes en otros lugares y es cierto : no son nada más que anécdotas pero fueron MIS anécdotas y hoy son la razón por la cual decidí casarme con S., con Chile y con su gente … la razón por la cual decidí quedarme entre los Andes y el Pacífico, lejos de mi país … la razón por la cual decidí cambiar mi nombre por un RUT 24 millones …

No sé si podrán entender mi decisión y no es el punto. Hoy les escribo para que sepan que a veces el amor y la amistad pueden desafiar las leyes de la lógica y hacer que una se case con un amigo, con un país, con un grupo de músicos-escaladores-filósofos-poetas y mucho más !

Estén donde estén les envío un abrazo desde el invierno austral y les deseo mucha felicidad.

 

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