Me fui porque (aún) te quiero

Con el corazón lleno de migas de amor, no encontré ninguna solución más que la de irme. Irme para olvidarme. Irme para reencontrarme. En este texto cuento uno de esos viajes que hice sola, soltera, para intentar olvidarme de las lágrimas de un amor perdido.

Un clic

Estoy a un clic de la partida. A un clic de las despedidas. A un clic del olvido y de los reencuentros. Creo que nunca me sentí tan bien al gastar mi plata en un pasaje de tren.

« Confirmar y pagar »
Clic

Listo. Mañana partiré. Mañana avanzaré hacia el olvido y los reencuentros. Mañana sera el primer día del resto de mi vida. O por lo menos el primer día de un viaje solitario.

Solitaria.
Soltera.

Desde que te fuiste estas palabras viajan sin paran dentro de mi corazón. Desde que me fui estas palabras dan tantas vueltas que están mareando mi sonrisa eterna.

Peleas, palabras que cortan un amor supuestamente eterno, lágrimas y el silencio. Eterno.
Desde ese entonces doy vueltas y vueltas sin lograr ir más allá que la entrada de mi casa. Sabes, lo intenté todo para intentar olvidarte, olvidarme de ti : noches de Netflix, el ronroneo de mi gato, las app para encontrar el amor de una noche. Pero no. Nada funcionó. Estás ahí, dentro de mí « hasta que la muerte nos separe ».

Los viajes eras tú.
La mano que aprieto cuando me da miedo, eras tú.
Las risas cuando nos pillaba la lluvia, eras tú.
El pan con sabor a sopaipilla, eras tú.
Mi vida eras tú.
Mi hogar eras tú.

Sin embargo, hoy me desperté con ganas de « más allá ». Me desperté con ganas de reencontrarme y de olvidarme de ti, olvidarte. Me desperté con las ganas de seguir esos viajes que nunca más haremos juntos.
Me levanté, me armé de valor, armé mi mochila demasiado pesada y me compré un pasaje. La verdad es que el valor me alcanzó para ir muy lejos, pero bueno, por lo menos iré mas lejos que la entrada de mi casa.

Paysages des Pyrénées Orientales, France

Una llegada

Son las 7 h. El tren sale a la hora.

Sentada frente a una pareja de caminantes, les veo leer una y otra vez el mapa de la región. Al lado mío el asiento permanece vacío. ¡¿ Qué le voy a hacer ?!

Cuando llego a Collioure (Francia), el sol ya se disfrazó de dueño de los infiernos. Los turistas parecen acomodarse del calor. Para algunos, es tiempo tomar el aperitivo, mientras para otros ni llegó la hora del desayuno.
Yo, me pierdo en las tres calles del pueblo. En la mochila demasiado pesada llevo todo lo que me hubiera gustado decirte.

Empiezo mi caminata por una subida hasta el Fuerte Saint Elme. La cuesta sube de a poco, la distancia es corta pero necesito pararme varias veces, como si los recuerdos que llevo en mi mochila fuesen mas pesados que la roca de Sísifo. Unos jóvenes me adelantan. Una pareja de ancianos también. Creo que doy lástima.
Me doy lástima.
¿ Pero por qué decidí caminar bajo 35 °C ? ¿ No hubiera podido esperar el otoño para olvidarme de ti ?

Una tranquilidad

Más allá del fuerte la carretera baja. El asfalto se calienta y los kilómetros se estiran hasta el infinito. Adelanto a un grupo de jóvenes Y a una pareja de ancianos también.
Más allá de una vuelta lo veo, ¡ por fin ! Es él quien vine a buscar para parchar mi corazón, es en su sal que quiero llorar tu ausencia : el Mediterráneo. Sin darme cuenta de lo que está pasando, mis pasos aceleran. Voy corriendo hacia el mar, hacia mi salvador.

Azul, turquesa, celeste… los colores dibujan un arcoíris de múltiples colores. Sin darme cuenta de lo que está pasando, mi mochila se alivia, mi sonrisa se estira.

Sé que no tengo mucho tiempo pero ¿ cómo resistir al llamado del mar, de la sal, de las lágrimas secas que inundan mi corazón ?
A penas veo una roca escondida, suelto mi mochila demasiado pesada, me quito la ropa y me hundo en el agua tibio.
Flotando en las aguas calmas empiezo a entender lo que estoy haciendo : no me subí a ningún avión, entiendo todo lo que dice la gente, no tuve problemas por mi visa vencida pero sí, lo estoy haciendo, estoy viajando.

Por primera vez desde que te fuiste, por primera vez desde que me fui saboreo el placer egoísta de un viaje solitario.
Solitaria.
Soltera.

Flotando en las aguas tibias, empiezo a entender por qué lo estoy haciendo : me fui porque (aún) te amo.
Casi me atoro de la risa : hace poco te escribía el texto “Te quiero PERO me voy”. ¡ Vaya, cuánta ironía en mi prosa !

Antes de que la sal se coma mis lunares, me coloco mi ropa sudada y sigo mi camino.
A unos cuantos metros del mar el sendero sube y baja. Mi corazón lo sigue en un juego de montañas rusas.
A veces por el litoral, otras veces por las montañas camino hacia el Oeste. El Mediterráneo y los Pirineos guían mis pasos hacia el olvido, hacia los reencuentros, hacia España.

En las montañas estoy completamente sola. Las subidas me imponen el ritmo lento de los pasos cansados y, de a poco, me van robando mi sonrisa eterna. Sola, no quiero llorar.
Sola, miro mis pies y te imagino a unos metros en adelante.
Sola, escucho tu voz decirme que soy un fénix, que lo puedo lograr y que falta poco para tomarnos una chela helada.
Sola, me estoy olvidando de las razones por las cuales emprendí el viaje : para reencontrarme y sobretodo para olvidarme de ti.

Entre mar y montañas camino 10 horas al día dejando a la lentitud el poder de mi ritmo.
Entre caminos y senderos vuelvo a descubrir lo que significa viajar en solitario.
Solitaria.
Soltera.

Nuances de bleu, Collioure, Pyrénées Orientales, France

Un olvido

Después de un número incalculable de cuestas llego a un antiguo puesto fronterizo. Me detengo un rato, saco unas cuantas fotos y me dejo llevar hacia los recuerdos de una niñez viajera. Le sonrío a la nostalgia de las largas filas de autos para ir y venir entre mis dos hogares, mis dos países.
De la sonrisa a las lágrimas, pienso en todas y todos aquellos quienes cruzaron esta misma frontera con la esperanza de tener una vida mejor. Portugueses, anarquistas, independentistas, comunistas, socialistas…
¿ Cuántos habrán perdido la vida en estos senderos de pierdas ? ¿ Cuántos habrán logrado olvidarse del dolor del exilio ? ¿ Cuántos, hoy en día, siguen soñando con una vida mejor, más allá ?

De las lágrimas a la sonrisa me doy cuenta de que se me olvidaron mis documentos. En estos senderos fronterizos, hoy estaré indocumentada. Oh, no te asustes, no me estoy comparando con aquellas y aquellos quienes dejaron detrás de sí sonrisas y recuerdos para, alguna día, poder abrir un nuevo libro de vida.
Mi sonrisa es taciturna. Sonrío porque sé que a mí nada me puede pasar. Sonrío pensando en lo que me hubieras dicho. En los senderos españoles hubiéramos debatido sobre el franquismo, los monumentos que celebran a Franco, la estatua que glorifica a los colonos en el sur del mundo, los independentistas, el nacionalismo. Caminando por las rocas resbalosas hubiéramos hecho una pausa, tan solo para perderse en el va y viene de las olas perdidas. En esta frontera olvidada te hubiera contado mis secretos de vagabunda.
Y nos hubiéramos ido, juntos.
Y me fui, sola.
Solitaria.
Soltera.

Un viaje

Caminé hasta Llança. Sin rumbo me perdí en la ciudad, sola. No pensaba volver a escribirlo pero : ¡ qué placer mas grande caminar sola, solitaria, soltera en una ciudad desconocida ! ¡ Qué placer perderse al buscar tesoros desconocidos ! ¡ Qué placer disfrutar del aquí y ahora ! ¡ Qué placer seguir mi propio ritmo haciendo tuto a las 18 h o levantarme a las 6 h si me apetece ! ¡ Qué placer viajar sola !
Solitaria.
Soltera.

Desde tu partida, desde mi ida, cambié nuestro palacio de tela por una carpa chica. Cada vez que me doy vuelta busco tus brazos, tu abrazo, el calor de tu soplo, el plástico de tu saco. Cada vez que me doy vuelta no encuentro nada mas que el frío et la soledad de la carpa.
Por las noches, intento aprender a dormir a sola.
Soltera.
Por las noches descubro los dormitorios de los hostales.
Sola.
Soltera.
Con doce personas más.

Un regreso

Me quedan unos 30 kilómetros hasta llegar a Cadaqués.
Treinta kilómetros de viento, de montañas, de soledad.
Treinta kilómetros hasta que se acabe este viaje.

Por los cerros españoles no me acompaña nadie mas que mi soledad. Mi soltería.
Por primera vez desde hace mucho, me olvido de ti. No busco mensajes tuyos en mi celu. No hago nada mas que disfrutar del aquí y ahora. No hago nada mas que disfrutar de mi soltería.
Mi soledad.
Durante las últimas horas de caminata siento el peso de mis piernas cansadas, escucho el grito de mis músculos agotados, me canso de tanto sonreír.

En el tren que me devuelve a casa el asiento al par mío está vacío.
Ni me importa.
Por la ventana veo desfilar paisajes que no tuve tiempo conocer. A toda velocidad descubro la distancia que recorrí caminando. Sola.
Una vez más cruzo la frontera sin ningún documento de identidad.

Creo que esta noche será una noche de Netflix, junto al ronroneo de mi gato. Oh, no creas que todavía necesito olvidarte, olvidarme de nosotros. Esta noche solo quiero disfrutar del olvido, del reencuentro y de la soledad que me regalo mi mochila demasiado pesada. Esta noche quiero dormir sola, soñando con todos estos viajes que me quedan por hacer.
Sola.
Solitaria.
Quizás no soltera.

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